He aquí una segunda entrega del águila real, esta vez hubo más suerte con la luz y las fotos, pienso que me han quedado más coloridas y agradables, en esta ocasión también ha sido en compañía de Montaña.
La primera se nos presentó apenas cinco minutos después de cerrar la portezuela del hide bastante antes de la salida del sol, me pregunto si no me vería, se arrojo sobre la perdiz que había colocado en un tronco secundario -dando buena cuenta de ella- desdeñando el conejo que también habíamos dispuesto, evidentemente, para atraerlas. Más tarde, sobre las 10.30 nos bajó la pareja y nos obsequió con un festival de posturas durante treinta y cinco minutos. Inolvidable.
La primera se nos presentó apenas cinco minutos después de cerrar la portezuela del hide bastante antes de la salida del sol, me pregunto si no me vería, se arrojo sobre la perdiz que había colocado en un tronco secundario -dando buena cuenta de ella- desdeñando el conejo que también habíamos dispuesto, evidentemente, para atraerlas. Más tarde, sobre las 10.30 nos bajó la pareja y nos obsequió con un festival de posturas durante treinta y cinco minutos. Inolvidable.